Recientemente decidí renunciar a una empresa en donde trabajé por muchos años en el área de ventas. He sido testigo de muchas
fluctuaciones económicas y no creerían la cantidad de veces que escuché a mis colegas quejarse, al estilo de una película de Pedro
Infante: “es que la situación económica está muy mal”; “no me dan cita los clientes”; “no me contestan”, como pretexto de que no venden. Créanme que a veces esas percepciones ni siquiera coincidían con la realidad, y eran solamente estribillos que se repetían sin pensar, y por supuesto sin saber las consecuencias.