Cuando se acaban las pizcas y la familia se cambia a Reynosa, convencido de que es la única solución para salir de la pobreza en que
siempre ha vivido, Covarrubias decide seguir su propio sueño y cruzar la frontera. No parte de inmediato porque intenta convencer a su esposa, día tras día por casi una semana y ella se mantiene firme en que no quiere quedarse sola con el montón de niños.