La tradición de la tauromaquia no es originaria de México, sino que fue legada por los españoles. Las construcciones de plazas de toros en México se formalizaron a partir del siglo XIX, inspiradas en los grandes cosos taurinos de España cuya arquitectura es de estilo neoclásico o neomudéjares. Aunque en el caso de
Cadereyta Jiménez, Nuevo León y su Plaza de Toros la arquitectura es sencilla, en comparación a otros cosos taurinos de México y España, pueden identificarse escasos elementos similares con estos estilos, como lo son los arcos dentro del inmueble, el interior de la plaza o la simple forma del coso taurino.