Treinta años son pocos o muchos, según el lado por el que se vea.
Son pocos para animales tan longevos como la tortuga, el elefante, la ballena de Groenlandia o la medusa inmortal; o para vegetales como el pino, la yuca, el sabino y el mezquite. Y si se trata de planetas, meteoritos, galaxias o universos, pensaremos no en años sino en casi una eternidad. Claro, si no se les atraviesa antes algún inconveniente.