La oportunidad de integrar las fuerzas insurgentes y erradicar la anarquía que reinaba en las tropas de la región Mixteca, se presentó
cuando Rosáins fue desplazado de su posición como Comandante por el consenso de los demás líderes militares. El lugar fue ocupado sin lugar a dudas, por Mier y Terán, quien había demostrado su compromiso por el movimiento insurgente y comenzaba a evidenciar sus habilidades políticas; ya que él contaba con una destacada capacidad de convencimiento, carisma y liderazgo, además de un apoyo leal por sus tropas.