Un fuerte estruendo se escuchó en la avenida principal de la colonia. La alarma cundió entre todos los vecinos pues las cosas no estaban para menos con tanta inseguridad, con los “malitos” balaceándose por donde quiera, o el tiradero de cadáveres con claras muestras de tortura. En fin, sustos, sobresaltos, miedo… Al escuchar aquel sonido tan fuerte, algunos intentaron tirarse al piso, otros se resguardaron en columnas o al interior de las tiendas; sin embargo, pronto se aclaró todo: “¡Fue Pedro, el loco de la 20, quien tiró una gran piedra y destrozó un enorme escaparate de cristal!”.