Con unos cuantos libros sobre el brazo, caminaba frenético por las calles del pequeño pueblo; de andar presuroso, siempre vestido con traje de color negro y su infaltable corbata.
Originario de una pequeña comunidad del solar nuevoleonés, levantaba del suelo 1.68 metros, ancho de espaldas, robusto, sin llegar a ser obeso, lleno de tics nerviosos, bigote espeso, de ojos traviesos, caminaba arqueándose un poco a la derecha y su plática la acompañaba siempre con un exceso de mímica como buen norestense.