Me lo advirtieron, pero no les creí. “Ya está cerca”, aseguraron y sólo sonreí a medias, no sé si con un dejo de burla, porque los otros se pusieron serios. “No es broma para que se ría, mucho menos para que se burle de nosotros, que le avisamos por su propio bien”, dijo uno. “No venga luego a disculparse y hasta a pedir que le ayudemos o lo defendamos”, completó el otro. No dijeron más. Nada agregué.