En aras del progreso solemos olvidar el valor de nuestro pasado y corremos el riesgo de encaminarnos hacia el futuro de una manera desinteresada y frívola frente a todo aquello que forma parte de nuestra herencia. Con preocupación, notamos que en la actualidad nuestro estilo de vida es opuesto a la preservación pues es común que todo se torne desechable y fácil de sustituir, de tal manera que el concepto de desarrollo convierte a los bienes culturales como obsoletos mucho antes de que la sociedad pueda reconocerlos y valorarlos. Desafortunadamente, el patrimonio de Nuevo León no escapa a la situación anterior. Por tal motivo, insistir en la importancia de la conservación y preservación del patrimonio se convierte en un reto y en una responsabilidad para los miembros de toda sociedad.