Con motivo del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, celebrado durante el mes de mayo de 1964 en la ciudad de Venecia, Italia, un importante grupo de especialistas de la restauración, se dio a la tarea de establecer los principios comunes que debían presidir la conservación y restauración de monumentos; para ello, firmaron lo que se conoce como la Carta de Venecia o Carta Internacional para la Conservación y Restauración de Monumentos y Sitios. Entre los principios que se establecieron en dicho documento, se propusieron las definiciones de “monumento histórico”, “conservación” y “restauración”, conceptos que tuvieron como común denominador salvaguardar tanto el sitio, monumento u obra de arte, es decir su aspecto formal, así como el testimonio histórico y todo aquello ligado a su significado y valoración.