Una parte sustancial y creciente de la producción agrícola y ganadera se realizaba en las grandes haciendas mediante la utilización de trabajo asalariado y máquinas de diversa índole; lo característico es que estas haciendas eran el núcleo de una estructura productiva que comprendía además industrias fabriles y empresas comerciales y bancarias. La producción de los latifundios estaba orientada en una gran medida hacia el mercado mundial y el resto de su producción estaba destinada a sus propias industrias y trabajadores. Los capitalistas extranjeros invierten capital en grandes explotaciones agrícolas introduciendo así nuevas técnicas y maquinaria moderna que después serán adoptadas por los terratenientes nacionales; además, complementan al capital nacional pues producen para el mercado internacional, con lo que acrecientan el monto de las divisas que sirven para importar maquinaria y equipo. Cuando asocian el capital nacional a sus empresas lo hacen crecer directamente cuantitativa y cualitativamente.