Tres días antes había llegado la noticia de que los americanos pasarían por el camino de Camargo a Monterrey con un cargamento de oro y objetos de gran valor. Era probable que se tratara de bastimentos como harina, azúcar, carne de cerdo, forraje para las caballadas y pertrechos de guerra para el ejército americano. Eso era lo más creíble, ya que a los invasores les disgustaban algunos productos con que se cocinaba en la región. Sobre todo, repudiaban el piloncillo pues sabían a caña quemada desde las gorditas de harina hasta el café; aunque les supieran dulces, a fin de cuentas se les atravesaban el olor y el sabor del piloncillo.