La pequeña y mediana burguesía, que habían devenido como tales a través del proceso revolucionario y que procedían de la pequeña burguesía del régimen porfirista, fue la clase social que concluyó la revolución de 1910. Al terminar este período todas las clases que el proceso revolucionario había desplazado y que se aglutinaron en torno a la antigua aristocracia terrateniente (porfirista y maderista), mantenían sus enormes riquezas al acecho, esperando el momento de lanzarlas de nuevo a la circulación. La pequeña y la mediana burguesía llevaron su desarrollo hasta las últimas consecuencias, lo cual creó una enorme demanda de maquinaria, equipo, materias primas agrícolas e industriales, infraestructura básica, capital-dinero, etcétera.