Desde tiempos ancestrales, la reglamentación de las conductas de los individuos ha sido necesaria y pertinente; el Código Hammurabi, el Derecho Romano y otros cuerpos normativos, son ejemplos de la importancia y utilidad de establecer reglas para la convivencia. Dichos preceptos legales fueron creados en su momento con la finalidad de sancionar y castigar a quiénes cometían una falta, es decir, se buscaba una mejor convivencia en la sociedad, en ese sentido, las aportaciones que han hecho las ciencias jurídicas –como parte de las ciencias sociales– han desempeñado un papel preponderante a lo largo del tiempo, aunque su consolidación como disciplina científica reconocida se produjo muchos siglos después.